Conocerse

En el pronaos o atrio del templo de Apolo en Delfos, Grecia, en el siglo V antes de Cristo, se leía el lema “conócete a ti mismo”. En una cultura como la griega clásica, tan abierta a conocer, tan ocupada en conocer las causas últimas de las cosas, aquella frase era una invitación a centrarse en lo fundamental, en la gran tarea del ser humano incluso desde antes de nacer: conocerse.

En una sociedad tan volcada hacia las nuevas tecnologías, como la nuestra, el autoconocimiento se ha convertido en una prioridad, para no perdernos en la alucinación del mundo digital. Muchos acuden a los esquemas de caracteriología que aportan descripciones de estereotipos de comportamiento en los que juegan un papel importante el “efecto Forer”, también llamado “efecto Barnum” (cuando se da un alto índice de acierto a descripciones de la personalidad que supuestamente se adaptan específicamente para mí, pero en realidad son vagas y lo suficientemente genéricas como para aplicarse a una amplia gama de personas) y la confirmación del sesgo (confirmar las propias creencias o hipótesis, sin considerar otras alternativas). En realidad, el autoconocimiento es algo más profundo. No es un conocimiento superficial, sino que llega a lo más profundo de la persona: actitudes de fondo, motivaciones, decisiones, razonamientos, etc. Se trata de llegar a lo que verdaderamente te mueve cada día y dirige tu modo de pensar y actuar. Y es algo que se va logrando poco a poco. Los tests de personalidad pueden ayudar en un inicio, pero el autoconocimiento va mucho más allá.

Conocerse lleva también a identificar los propios defectos y comprenderse a sí mismo como causa de las propias decisiones. Christian Friedich Hebbel, autor de teatro y poeta lírico alemán del siglo XIX, decía: “Conocimiento de sí mismo… ¿Acaso tú te conoces? Te conoces con seguridad cuando descubres en ti más defectos de los que encuentras en los demás”. Y aquí comienzan las dificultades, porque cuesta mucho aceptar que se tengan defectos y aceptarlo con serenidad.

«En el autoconocimiento hay que poner especial atención en conocer lo más peculiar de mí, lo significativo de mi personalidad, aquello que me define y que me diferencia de los demás.»

El autoconocimiento implica también conocer la relación que hay entre lo positivo y lo negativo. Todo forma parte del yo, todo soy yo. Es conocer todo mi mosaico de personalidad, no sólo síntomas aislados. Es integrar lo que considero defectos y limitaciones para que no sigan siendo un puro estorbo, un molesto obstáculo.

En el autoconocimiento hay que poner especial atención en conocer lo más peculiar de mí, lo significativo de mi personalidad, aquello que me define y que me diferencia de los demás. Es llegar a lo que verdaderamente “marca” mi vida.

El entrenamiento humano integral Velum te acompaña en esa tarea del conocimiento que se realiza a través de la autorreflexión, la revisión de vida y la interpretación de lo que va descubriendo. El entrenador ayuda a pasar de la interpretación a la inteligibilidad.

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VELUM es un programa de entrenamiento humano integral y de formación de entrenadores que, a través del diálogo personal, la autorreflexión, la acción presente, la revisión personal de vida y el plan de acción por objetivos se orienta al desarrollo de los potenciales internos del ser humano y a la mejora de las relaciones humanas. Además, VELUM ofrece un programa teórico práctico de formación ética.