ACEPTACIÓN O RESIGNACIÓN

Los tres pasos fundamentales en el crecimiento integral son el autoconocimiento, la aceptación y la superación: conocerse a sí mismo, aceptar lo que conoces y superarte con objetivos concretos. Esta es la gran receta del crecimiento personal.

Aceptarse no es fácil. Normalmente se piensa que, en el esquema del crecimiento personal, el problema es la superación, pero la experiencia nos enseña que, realmente, la aceptación es el anillo más débil de la cadena.

Muchos no se aceptan, se ven en su imaginario personal de un modo idílico, y proyectan en su mente una visión grandiosa de sí mismos. Otros, los más, pasan de la aceptación a la resignación y esto hace imposible el crecimiento.

La resignación es un cáncer que destruye o debilita los potenciales humanos y su capacidad de desarrollo.

¿Cuál es la diferencia entre aceptación y resignación?

La aceptación nacida del autoconocimiento es la capacidad de convivir con mi propia forma de ser. La recta aceptación de sí mismo cimienta la autoestima. Aceptarse significa hacerte cargo de tus errores y aciertos como persona responsable de tu vida. Aceptarse en vivir la vida, resignarse es dejar que la vida te viva.

La aceptación es la que te hace saber que tienes vértigo a las alturas, pero no te impide un día asomarte al mirador del Gran Cañón del Sumidero, porque sabes que lo puedes hacer a pesar de tu vértigo. Resignación es ni siquiera acercase al mirador.

Por eso se dice que la autoaceptación libera mientras que la resignación esclaviza.

La aceptación te hace verte con objetividad, considerando errores y aciertos, sin llorar por la leche derramada, superando el pasado y abrazando el futuro. La resignación te ancla al pasado y especialmente a las experiencias más negativas de ese pasado.

La aceptación matiza, equilibra y objetiviza los juicios sobre ti mismo. Te hace comprenderte, distinguir momentos y circunstancias, y se convierte en una fuente de aprendizaje. La resignación te lleva al fatalismo.

La aceptación dice “sí se puede y vale la pena hacerlo”, la resignación dice “no puedo, ni modo”. Por ejemplo, si te cuesta aprender bien un idioma, la aceptación dice: “me cuesta aprender este idioma, tendré que poner más esfuerzo y buscar un método adecuado”, la resignación dice: “me cuesta mucho aprender este idioma, me dedicaré a otra cosa”. La resignación mata el crecimiento personal, la aceptación lo valora y estimula.

El que se acepta vive como protagonista de una historia en la que él edifica su futuro e involucra todo su ser en eso. El que se resigna vive determinado por los acontecimientos externos y experimenta frecuentemente la disociación entre su mente y sus posibilidades reales, lo que le suele llevar a la depresión. El resignado, aunque tenga un gran talento para algo, si no lo acepta, nunca lo desarrollará. Si en tu vida descubres mucha resignación e inseguridad, podemos ayudarte. La aceptación personal es fuente de felicidad. La resignación es causa de frustración. Y Velum te puede llevar a una aceptación y una superación personal serena y completa.

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VELUM es un programa de entrenamiento humano integral y de formación de entrenadores que, a través del diálogo personal, la autorreflexión, la acción presente, la revisión personal de vida y el plan de acción por objetivos se orienta al desarrollo de los potenciales internos del ser humano y a la mejora de las relaciones humanas. Además, VELUM ofrece un programa teórico práctico de formación ética.