Junto al autoconocimiento, la autoaceptación, es otro de los primeros pasos del crecimiento del ser humano. La constatación de que cada uno debe vivir con sí mismo toda la vida, es seguramente el argumento más sólido para justificar la autoaceptación. Se trata de vivir en paz contigo mismo.
Aceptarse es no enfrentarte contigo mismo, es ser objetivo.
Los seres humanos tendemos a juzgar antes de conocer, y la autoaceptación, requiere paciencia, disminuir la velocidad de reacción ante lo que descubrimos de nosotros mismos, y observar. Observar mucho, antes de juzgar, y esto se aplica a todos los ámbitos de la vida. Mucha observación y pocos juicios.
Otro elemento importante en esta autoaceptación es valorar lo que hago en el momento presente. Es valorar en lo que estoy metido ahora más que en el adónde me llevará. El ser humano tiende a estar en el pasado o el futuro y fragmentar la atención al presente. Eso hace muy difícil la autoaceptación porque te retrotrae a un pasado imposible de cancelar o te proyecta a un futuro idílico, hipotético.
No se suele dar importancia a la autoaceptación y, sin embargo, es crucial. Cuando te pones ante ti mismo, te objetivizas, y descubres cómo eres, aceptas que eso que ves eres tú.

«Aceptarse es no enfrentarte contigo mismo, es ser objetivo«.
Hoy vivimos en una sociedad de la alucinación donde normalmente los puntos de referencia son irreales. Los niños quieren ser como los superhéroes, ya no como sus papás. Los adultos quieren imitar un estilo de vida que perciben a través de los medios y las redes sociales. En todos los estratos de la vida hay referentes aspiracionales irreales, lejanos.
Hay una sensación de que nadie quiere ser él mismo. Y, sin embargo, en esa aceptación de lo que eres está la riqueza interior, la clave de la felicidad y el secreto del desarrollo de los propios potenciales. La aceptación personal es siempre fuente de paz interior.
Aceptarse es darse un “sí” cordial a sí mismo. Una persona que no se acepta es una persona insegura, siempre a la defensiva, infeliz.
Para aceptarse, ayuda mucho ser aceptado por otro. La aceptación de nosotros mismos funciona muchas veces como un “rebote”: me acepto porque soy alguien para los demás, porque ellos me aceptan. Por eso, la mejora en las relaciones humanas ayuda a la propia aceptación. Pero eso no significa que ser importante para los demás sea el único modo de saberte importante. También, el aceptarnos a nosotros mismos nos hace capaces de aceptar de verdad a los demás y el aceptar a los demás los hace crecer.
El entrenamiento integral VELUM te ayuda a aceptarte desde el autoconocimiento y el descubrimiento y desarrollo de tus potenciales. El entrenador no te dice “acéptate”, simplemente te ayuda a proyectarte como eres, a desarrollar una dinámica interior de conocimiento y aceptación serena, de crecimiento y desarrollo de potenciales que te lleva a sacar lo mejor de ti y mejorar tus relaciones.